DEPARTAMENTO DE FÍSICA Y QUÍMICA DEL IES "Antonio Mª Calero" de Pozoblanco (CÓRDOBA) ESPAÑA

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VÍDEOS DE FÍSICA Y QUÍMICA DIVERTIDAS

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Semana de la Ciencia 2015

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domingo, 28 de mayo de 2017

Discurso graduación 2017






Ángela:
 Buenas noches, gente importante: Tras un largo camino no exento de dificultades podemos hoy reunirnos para celebrar que hemos cumplido nuestro objetivo, terminar Bachillerato. Ahora estamos a rebosar de maquillaje para ocultar las ojeras de estos últimos días, que los hemos pasado sin apenas dormir, comiendo poco y con la cordura bajo mínimos, solo sustentada por la esperanza de que este día llegara al fin.


Sin embargo, hoy es un punto y aparte en nuestra historia, una historia marcada por exámenes imposibles, calificaciones esquivas y borrosos viernes noche. No ha sido fácil, nadie dijo nunca que lo fuera, pero como el Ulises victorioso, podemos volver hoy habiendo cumplido nuestra Odisea.



  




Alejandro:
 Es un hecho inexplicable que nosotros, el autoproclamado peor curso de la historia, nos hayamos pasado 2º de Bachillerato.



No sabemos todavía cómo lo hemos hecho: quizás en el futuro investiguen cómo sobrevivimos a tantas noches en vela estudiando historia, cómo no nos explotó la cabeza al intentar memorizar autores de literatura o aquellas pesadillas en las que nos levantábamos envueltos en sudor y solo podíamos recordar la cara hostil de un logaritmo neperiano salvaje que intentaba estrangularnos.


 ¡Incluso ahora no puedo evitar que me tiemblen las manos cuando alguien nombra a Platón! Pero no toda nuestra estancia fue negativa; con todo el tiempo que hemos pasado aquí (algunos más, otros menos y otros lo que les quedará todavía) siempre tendremos también buenos recuerdos: esos cuadros abstractos dibujados sobre los apuntes con los que nos deleitaba Carlos (o sus míticas conversaciones que no venían a cuento por el grupo) , las frases de Javier, que siempre decía lo primero que se le pasaba por la cabeza, la maestría de Víctor con los cubos de Rubik, que llegaría a fundar una secta alrededor de ellos o Pili, nuestra voluntaria oficial, siempre la única que salía a leer.


Ángela:
 Y es que el nuestro ha sido un curso bastante particular, no hay duda, ¿o debemos nombrar al azote de los profesores a base de preguntas, Laura Olmo? U Oscar y Pablo, famosillos del instituto por sus hazañas, como la aventura de la camiseta. Sara e Irene, que tosían siempre que había demasiado silencio. Antonio Luís, nuestro Maluma particular. Y por supuesto, Antonio, nuestro ninja de la informática con su característica llamada biológica.


Todos nosotros, hace un par de años, cuando empezamos, éramos desconocidos, pero en este período hemos convivido de tal forma que ahora se nos hará harto complicado acostumbrarnos a no estar con nuestros compañeros. Y es que, cada uno con nuestras diferencias o peculiaridades que nos hacían únicos complementábamos al conjunto formando una clase que bien podría haber salido de un capítulo de “Juego de Tronos”


Alejandro:
 Pero también hay que hablar de la otra cara de la moneda: los profesores. Ellos son esa ignota especie de sumos inquisidores que juzgan a temerosos estudiantes, los que, por alguna extraña variedad de síndrome de Estocolmo, incluso les cogen cariño al final. Aprovechemos ahora, que las notas ya están puestas, para invertir los papeles y calificarlos nosotros, por supuesto, evitando el uso de adjetivos especificativos para poder pasar la prueba de la censura. 


Hablemos de don Blas, por ejemplo, sus exámenes de matemáticas eran difíciles, no sé si os imagináis cuanto: unos instantes antes del examen todos estamos confiados, creyendo que lo sabemos todo, pero al leer el primer enunciado, ¡estamos tan confusos que nos suspendemos a nosotros mismos! Muchos, al final, pensamos en recurrir al soborno a base de jamones para aprobar por los pelos.


 Y hablando de pelos, ¿quién no recordará a Bartolomé? Nuestro Da Vinci personal, que lo mismo programaba un dron o fabricaba una rampa ¡o simplemente hacía “spam” de sus proyectos cuando le daba la gana! Auxi en sus clases de física, con esos powerpoints mata-miopes con los que a veces achinabas tanto los ojos para ver las fórmulas que luego eras incapaz de despegar los párpados. 


¡Cómo olvidar las clases de don José María Escribano (con su lesión a última hora)! Allí nos enfrentábamos a uno de nuestros mayores miedos: las elipses, una perversa forma geométrica que había que trazar a mano alzada, trasformando el dibujo técnico en abstracto, donde en lugar de elipses se podían distinguir huevos fritos, boniatos o patatas. 


¡Y por supuesto, el inmortal don Antonio Tamajón! Él era la persona por la que nos animábamos a levantarnos a las 5 de la madrugada para fotografiar la luna, saltarnos clases de lengua para asistir a sus conferencias o como diría él mismo, para “tirarnos de la moto sin casco”. Aunque ya no nos da clase, ha quedado como una leyenda, un mito solo comparable al de su pegamento invisible.
 

Ángela:
Nunca olvidaremos las interesantísimas batallitas de César o Salustio en ese idioma tan bonito y sencillo que era el latín que dábamos en las clases de doña Marta, a la que ahora podemos decir que este verano sí que nos dedicaremos a la vida contemplativa. Doña Juana, a la que prácticamente clavábamos una aguja en la retina al cometer ciertos crímenes contra la humanidad en forma de faltas ortográficas.



 Don Eugenio, el ganador oficial de los 50 temas vallas. O don Rafael Cuevas, que nos quitaba parte del temario para que no nos aburriéramos en la universidad. También podemos nombrar la curiosa mecánica de don José Manuel y doña Ana, en cuyos exámenes caían dos temas, pero solo preguntaban uno, por lo que las clases anteriores a los exámenes se convertían en una suerte de mercado negro de adivinos y pitonisos que mediante complejos algoritmos matemáticos o magia negra intentaban descubrir el tema que caería. ¡Y un saludo a doña Susana, cuya venta de entradas exprés de Ricky Martin nos dejó casi tan desconcertados como el “superhombre” a Nietzsche!


Alejandro:
 Este elenco de personajes conformaba el curioso esperpento que era nuestra vida académica y, cada uno a su manera, consiguió que cada capítulo de nuestra estancia entre esas tres paredes flanqueadas por una pizarra que llaman clase se sintiera especial. Sin embargo, es la hora de despedirlo.


Es el momento de decir adiós y bajar el telón tras este primer acto de nuestra vida, porque, por suerte o por desgracia, esto se ha acabado... En realidad no es estrictamente cierto, claro: nos esperan 2 semanas estudiando selectividad, luego selectividad en sí, luego todo el verano echando matrículas, entre 4 y 8 años de carrera y 60 años cotizando.


 Pero para lo que hoy respecta, hemos terminado nuestra labor. Todo lo que vendrá a continuación formará parte de otra etapa, marcada por cambios tan trascendentales como que, al fin y al cabo, muchos abandonaremos este, nuestro pueblo, quizás para no volver nunca.


 Por ello, solo puedo acabar con un mensaje de optimismo para nosotros, estudiantes, ¡si hemos podido con esto, nos pueden echar lo que quieran! Y para el resto, solo puedo sacar a relucir mi vena cinéfila para recordaros: hemos visto cosas que vosotros no creeríais, aprobar exámenes a la desesperada a base de vídeos de “unicoos”, hemos visto cubos de Rubik asomar en nuestras mochilas justo cuando teníamos que estudiar. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia.



Es hora de la Universidad.